Unas veces me siento
como pobre colina,
y otras como montaña
de
cumbres repetidas,
unas veces me siento
como un acantilado,
y en
otras como un cielo
azul pero lejano,
a veces uno es
manantial entre
rocas,
y otras veces un árbol
con las últimas hojas,
pero hoy me
siento apenas
como laguna insomne,
con un embarcadero
ya sin
embarcaciones,
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus
algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que
una tarde,
te acerques y te mires..
te mires al mirarme.
Mario Benedetti.
domingo, 26 de febrero de 2012
miércoles, 8 de febrero de 2012
Rima LII
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!
Llevadme por piedad a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!
Gustavo Adolfo Bécquer.
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!
Llevadme por piedad a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!
Gustavo Adolfo Bécquer.
lunes, 6 de febrero de 2012
Si el cerco de mi brazo te ceñía...
Si el cerco de mi brazo te
ceñía,
era porque el amor me lo mandaba.
Si de lejos y quieto te miraba,
era porque el amor me lo pedía.
Si con un claro beso te quería,
era porque el amor me lo ordenaba;
y si yendo a tu lado me apartaba,
era porque el amor me lo exigía.
Así, cuando te digo que te quiero,
igual que cuando no te diga nada,
hago, mujer, lo que el amor me ordena.
Y el día en que te digan que me muero,
lo mismo que mi vida enamorada,
será mi muerte enamorada pena.
José María Souvirón.
era porque el amor me lo mandaba.
Si de lejos y quieto te miraba,
era porque el amor me lo pedía.
Si con un claro beso te quería,
era porque el amor me lo ordenaba;
y si yendo a tu lado me apartaba,
era porque el amor me lo exigía.
Así, cuando te digo que te quiero,
igual que cuando no te diga nada,
hago, mujer, lo que el amor me ordena.
Y el día en que te digan que me muero,
lo mismo que mi vida enamorada,
será mi muerte enamorada pena.
José María Souvirón.
sábado, 4 de febrero de 2012
Copo de nieve.
Para endulzar un poco tus
desvíos
fijas en mí tu angelical mirada
y hundes tus dedos pálidos y fríos
en mi oscura melena alborotada.
¡Pero en vano, mujer! No me consuelas.
Estamos separados por un mundo.
¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas?
¿Por qué, si soy el fuego, no te fundo?
Tu mano espiritual y transparente,
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.
Salvador Díaz Mirón.
fijas en mí tu angelical mirada
y hundes tus dedos pálidos y fríos
en mi oscura melena alborotada.
¡Pero en vano, mujer! No me consuelas.
Estamos separados por un mundo.
¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas?
¿Por qué, si soy el fuego, no te fundo?
Tu mano espiritual y transparente,
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.
Salvador Díaz Mirón.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)